jueves, 9 de febrero de 2023

El alma errante

 El alma errante

Era casi medianoche en la villa y por alguna inexplicable razón, aquella, más oscura que de costumbre. El frío y la helada primaveral obligaba a los pobladores a cobijarse y abrigarse intentando dormir y hallar el sueño. Esa quietud, de pronto, se vio interrumpida por el doblar de las campanas, que como es sabido anunciaban el fallecimiento de una persona. Tres veces retumbaron en medio de esa oscuridad ante la incertidumbre y la preocupación por saber quién habría sido el fallecido.

Llegada la mañana se apersonaron a la plaza preguntando y buscando información, pero no había respuestas. Algo desorientados optaron por retomar sus quehaceres.

Al llegar la siguiente noche ocurrió lo mismo, otra vez se volvió a escuchar por tres veces el sonido del doblar de las campanas, ahora incomodando a los pobladores que asumieron que de seguro algún palomilla o poblador en estado de ebriedad trataba de jugarles una broma pesada. 

Ante tal repetido hecho, al llegar la mañana la autoridad dispuso que se haría vigilancia para identificar a los responsables y sancionarlos por alterar la tranquilidad pública. Así para esa tercera noche junto al teniente dos comuneros fueron designados para cumplir la respectiva guardia. Llegada la misma hora de las noches anteriores, desde el balcón de la casa comunal, a pesar de la falta de claridad, los guardianes pudieron notar que una bien delineada sombra humana, sin alguien que la produzca, aparecía en la portada, cruzó toda la plaza, subió la gradas que dan a la iglesia, se paró bajo la torre, cogió la cuerda del campanario repitiendo tres veces el doblar de las campanas. No obstante, el asombro y el susto ocasionado por aquel extraño suceso corrieron intentando darle alcance, pero fue imposible. La oscura silueta fue más rápida y a paso ligero tomó la calle que sube a los altos con dirección a Cruz Grande. Ante lo ocurrido, muy desconcertados y pensando que nadie creería lo que vieron acordaron no decir nada asumiendo como pretexto que se habían quedado dormidos por el licor ingerido para apaciguar el frío.

La siguiente noche se dispuso redoblar la vigilancia, ahora, junto al teniente, serian cuatro pobladores los que bien preparados atraparían al supuesto bromista. A pesar de encontrarse atentos y listos para actuar llegada la misma hora nada ocurrió, todo permaneció en silencio. Por varias noches se hizo guardia, pero la calma y la tranquilidad se mantuvo.

Nunca se supo que paso ni quien o quienes fueron, y todo parecía quedar en una simple anécdota. Tiempo después, al llegar la fiesta patronal el cura convocado a celebrar las misas refirió que el misterioso hecho del doblar de las campanas se había repetido coincidentemente en esas fechas en varios pueblos y que al igual que en la villa no se llegó a descubrir al causante.

Muchas hipótesis se tejían de aquel extraño suceso. Algunos pensaron que probablemente fue algún gentil que contrario a la religión cristiana quiso incomodar a los pobladores creyentes, otros decían que de seguro fue un ánima en forma de sombra de algún músico que recorrió los pueblos, otros, la de algún campanero o quizás la de un cura, etc. De lo que todos estaban seguros es que fue la sombra de un alma errante de alguien que antes de morir se hizo presente desandando sus vivencias, sus sueños, sus recuerdos y recogiendo sus pasos.

Junto al fogón, relatos de vida y del alma.


Danza Los Abuelitos De Quipán - MINCETUR

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