martes, 17 de septiembre de 2024

La muñeca de trapo

 La muñeca de trapo

Era una mañana soleada en la villa. Javier, un chico de 10 años, junto a “Blanco”, su pequeño y fiel can, regresaban del campo a donde fueron llevando el desayuno al peón a quien la familia había encargado regar una plantación durante la madrugada. 

Por ese lado del camino de entrada al pueblo se alzaba una antigua casa solitaria, abandonada y casi en estado ruinoso. Sus desgastadas paredes y ventanas revelaban el paso del tiempo y por su forma se podía presumir que fue habitada por una familia numerosa. Justo al pasar, por una extraña razón y sin motivo aparente “Blanco” se detuvo a ladrar sin parar originando curiosidad en Javier quien en su afán de hallar el motivo buscó una forma de ingresar trepando la vieja pared del lado posterior llegando a encontrar solo los restos de algunos utensilios tirados por el piso, muebles destruidos, y en una esquina pudo divisar lo que parecía una antigua muñeca de trapo con una extraña belleza y de colorido vestir tendida sobre el piso. Al notar que se encontraba en buen estado optó por guardarla en su bolso pensando en que sería un buen regalo para su pequeña hermana menor que pronto cumpliría años.


        Llegando a casa lavó la muñeca y la tendió al sol para secarla, por la noche la guardó en una caja, y muy cansado por el esfuerzo matinal se quedó dormido profundamente. Al siguiente día, al despertarse le comentaron que se había escuchado en la calle los sollozos y llanto de una niña que probablemente anduvo perdida por la noche, situación que no llamó su atención debido a que algunas veces ya había ocurrido.
Conforme pasaban los días algunos pobladores comentaban que a la medianoche se escuchaba a una niña llorar por determinadas calles que venían desde los bajíos del pueblo y llegaban cerca de donde se ubicaba la casa de Javier y que no se había podido identificar a la causante. La séptima noche ocurrió algo muy extraño mientras dormían, “Blanco” comenzó a ladrar de forma muy intensa en la puerta; la pequeña hermana despertó muy nerviosa y asustada relatando que en sus sueños entraba una niña vestida de blanco y le reclamaba que le devolviera su muñeca. Esa noche mientras la oscuridad lo envolvía todo, en las calles, el llanto de la niña se escuchó con mayor intensidad y el agudo aullar de los perros fue persistente atemorizando a los pobladores.
Muy temprano, con la llegada del nuevo día, Javier, muy temeroso contó a sus padres lo que había encontrado y traído. Ellos, preocupados por lo que venía ocurriendo decidieron devolver la muñeca de trapo y dejarla conforme lo había encontrado, en aquel rincón de la antigua casa. Esa noche el aullar de los perros quedó en silencio y el llanto de la niña no se volvió a escuchar. La familia pudo dormir sin alterar el sueño y la tranquilidad volvió al pueblo. 
Al poco tiempo, al llegar la fiesta patronal contaron al sacerdote de turno lo ocurrido quien optó por hacer la bendición con el rociado del agua bendita al exterior e interior de la antigua y solitaria casa. Con el paso de los años los restos de sus ruinosas paredes, golpeadas por el viento y la lluvia, fueron desapareciendo llevándose al olvido a la muñeca de trapo.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Los Abuelitos de Quipán

La danza de “Los Abuelitos” es parte del legado histórico de Quipán. En Julio, el pueblo de Quipán, distrito de Huamantanga, provincia de Canta, celebra la fiesta de la Vírgen del Carmen. En el baile de “Los Abuelitos,” unos hombres enmascarados bailan un pasacalle al ritmo melódico de un arpa.

El sincretismo cultural sirvió como un medio de resistencia y de adaptación para los oprimidos indígenas. Por eso es probable que el baile de “Los Abuelitos” originalmente fuera una parodia en contra de los españoles de Quipán. Nótese que las máscaras presentan las facciones de un hombre blanco, como la de los antiguos gobernadores españoles. Otros estudios aseguran que los abuelos personifican a las montañas (Apus) que rodean al pueblo. Parodia o no, ahora los Quipanenses guardan un profundo respeto por este baile.

El baile escenifica cinco etapas de la vida, desde la niñez hasta la vejez: el transporte, el transporte llano, el llano, el Saucecito y la Flor de habas. La sección más popular es ‘el Saucecito,’ de pasos y giros cadentes, que representan el cansancio de la vejez. Según el danzante Félix Ortiz, “el Saucecito te embarga de nostalgia y a la vez te recuerda todas las vicisitudes de la vida.” Tiene melodías cadentes y tristes, y los Quipanenses se emocionan al escucharlas. 

La indumentaria de baile se denomina “corriente de abuelo” y se comparte entre los familiares que participarán en la festividad. Desde el año 1905, los danzantes acostumbran vestir un terno negro, pero durante el Virreinato utilizaban sólo una capa o manta. Además del bastón (símbolo de autoridad), llevan también unos cascabeles en las pantorrillas.

La prenda más resaltante es la champa, gorro de cintas multicolores y de bordados florales que se extienden como una larga cabellera. Durante la época colonial, la champa era fabricada con la piel disecada de una persona o de un animal. Bajo la fachada de un ritual católico, los indígenas preservaron así sus costumbres con este baile. Como parte de un antiguo ritual, la champa facilitaba el proceso de mimetismo, es decir, la comunicación con los muertos, para así alcanzar estados alucinógenos o de trance durante el baile. Dicho ritual ahuyentaba a los malos espíritus y hacían que los Apus los protegieran de las sequías. Esto explicaría las actuales creencias de los Quipanenses: la mayoría tiene la superstición de que, de no practicar este baile, acaecerían muchas desgracias en el pueblo.

En la época colonial, la comunidad de Quipán se opuso ferozmente al dominio español. El general José de San Martín visitó Quipán durante su campaña de liberación, en Mayo de 1821. Se dice que los Quipanenses le dieron la bienvenida y le hicieron una demostración de la “danza de los Abuelitos.” Poco después San Martín tuvo una reunión con el último virrey, José de la Serna, para finalmente proclamar la Independencia del Perú.

SUMAQ

EL SEÑORÍO DE COLLIQUE

DIEZ DATOS QUE DEBEMOS CONOCER

Este gran señorío ocupó la parte baja y media del valle del Chillón, extendiéndose desde el mar hasta Chuquicoto, lugar próximo a Santa Rosa de Quives, perteneciente a la provincia de Canta. Al respecto, Rostworowski (2004) afirma: “En el Chillón el señorío Colli se extendía desde el mar a lo largo del valle, hacia la sierra, incluyendo el curacazgo de Quivi, y estaba compuesto por varios pequeños señoríos” (p. 28) . Durante su asentamiento en el valle del Chillón constantemente se enfrentaban a los Cantas por el control del Chaupiyunga, tierras productoras de coca; Sin embargo, en épocas de tranquilidad intercambiaban productos. Por otra parte, se sabe que el señor de los Colli, ofrecía constante y férrea resistencia ante las provocaciones de los Cantas y Chacllas; sin embargo, con la llegada de Túpac Yupanqui fueron sometidos. Posteriormente, durante los inicios del Virreynato un grupo reducido de Collis aún sobrevivieron, pero a fines del siglo XVI desaparecieron totalmente (Rostworwski, 2004).

https://issuu.com/indicesc/docs/collik_53/s/17395452 

martes, 27 de agosto de 2024

Coca y chicha en el mundo colonial, Canta en los siglos XVI-XIX



Resumen: Durante la década del 60 del siglo pasado cobraron impulso las investigaciones sobre la historia andina colonial (Murra, Espinoza, Duviols, Rostworowski) empleando nuevas fuentes documentales (visitas, composiciones de tierras, litigios de tierras, juicios de residencia, testamentos), ampliaron el panorama que mostraban las crónicas sobre el periodo prehispánico tardío y la etapa colonial.

En Canta, Pedro Villar Córdova y Teodoro Casana investigaron tempranamente los asentamientos prehispánicos en los Atavillos. A estas investigaciones se sumó María Rostworowski con su trabajo sobre los señoríos indígenas y los campos de coca y Jorge Silva con su trabajo sobre el curacazgo de Quivi.

1. Introducción La invasión española de los andes centrales produjo la destrucción de las instituciones estatales incas; las tradiciones y religiones andinas fueron desplazadas por el culto cristiano en su variante católica. Los cultos religiosos nativos no fueron considerados por los sacerdotes católicos como tales sino que fueron demonizados y vistos como simples idolatrías, meros engaños del demonio. Durante la dominación colonial los españoles, mediante un temprano proceso de evangelización, trataron de destruir la cosmovisión andina y reemplazarla por la tradición occidental y la fe católica. Este proceso fue llevado adelante por los curas doctrineros quienes intentaron “extirpar” las creencias andinas, sin embargo no pudieron conseguirlo totalmente y la tradición y religión andina resistieron la política colonial resignificando la tradición occidental, produciéndose un sincretismo cultural entre los elementos andinos y occidentales. La invasión de los Andes comprendió además un proceso de adaptación del indígena a las nuevas condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que les fueron impuestas por el orden colonial. La prédica de los curas doctrineros supuso no sólo la presencia implacable de la doctrina y moral cristianas en su variante católica, sino también reflejó el predominio de un grupo social cuyas creencias, rituales, costumbres, fueron exclusivos y excluyentes de las prácticas andinas. Los cultos andinos a los que los españoles denominaban idolatrías fueron perseguidos ya que perturbaban la nueva realidad; una expresión de estas prácticas son los procesos de extirpación de idolatrías llevados a cabo en el Perú y específicamente en Canta. Dentro de este contexto nos interesa conocer la importancia y significado que tuvieron tanto de la hoja de coca como la chicha en el mundo andino colonial, registrar su funcionalidad en las actividades cotidianas y en los rituales andinos, a través del análisis de los datos proporcionados por las crónicas coloniales y los documentos de archivo especialmente los de extirpación de idolatrías durante los siglos XVI a XIX. La producción y el consumo de coca y de chicha que en la época prehispánica tuvo una importancia ritual fueron trastocadas en la sociedad colonial, se secularizó su consumo adaptándolo a las necesidades de la administración colonial. Además, su consumo se convirtió en un signo de marginación de la población nativa, ya que los españoles importaron animales y cultivos del viejo mundo y preferentemente no consumieron productos nativos. A pesar de la persecución de la iglesia a través de los curas doctrineros, el consumo ritual de la coca y de la chicha, se mantuvo entre la población indígena, adaptándose a las nuevas condiciones sociales y expresando una forma de resistencia pasiva a la dominación colonial. 


lunes, 26 de agosto de 2024

Ley General de Comunidades Campesinas - N° 24656

La Ley general de comunidades campesinas, o Ley n°. 24656, es una normativa peruana publicada el 14 de abril de 1987 que declara de necesidad nacional e interés social y cultural el desarrollo integral de las comunidades campesinas del país.

Definición:

Las comunidades campesinas son organizaciones de interés público, con existencia legal y personería jurídica, integradas por familias que habitan y controlan determinados territorios, ligadas por vínculos ancestrales, sociales, económicos y culturales, expresados en la propiedad comunal de la tierra, el trabajo comunal, la ayuda mutua, el gobierno democrático y el desarrollo de actividades multisectoriales, cuyos fines se orientan a la realización plena de sus miembros y del país.

Estructura del contenido:

La ley consta de 10 títulos, 44 artículos y 5 disposiciones finales. Los títulos son los siguientes:

Título I - Disposiciones generales

Título II - Funciones

Título III - De los comuneros

Título IV - Del territorio comunal

Título V - Régimen administrativo

Título VI - Del trabajo comunal

Título VII - Régimen económico

Título VIII - Régimen promocional

Título IX - Del Instituto Nacional de Desarrollo de las Comunidades Campesinas —INDEC— y el Fondo Nacional de Desarrollo Comunal —FONDEC

Título X - Disposiciones finales y transitorias

Descargar:

https://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con3_uibd.nsf/1DAB0BF2E43B8FBB0525797B006DE3C0/%24FILE/1_LEY_24656_Ley_General_Comunidades_Campesinas_SPIJ.pdf

domingo, 25 de agosto de 2024

La muña

Muña: la planta medicinal de los Andes peruanos que combate la gastritis, alivia las enfermedades respiratorias y fortalece los huesos

Originaria de los Andes, la muña fue utilizada desde la época incaica, para tratar diversas afecciones  relacionadas con problemas estomacales, respiratorios y óseos.









De acuerdo con la mitología inca, la enseñanza sobre las propiedades de las plantas medicinales fue impartida por “Imay-Mama Wiracocha”, quien enseñó a los hombres a diferenciar entre plantas curativas y venenosas, además de dar nombre a todos los árboles, flores, frutos y animales.

Asimismo, en el antiguo Perú, la medicina se entendía como una intervención divina, dividida en dos facetas: mágico-religiosa y empírico-racional, personificadas por chamanes y curanderos. La muña, entre otras plantas, ocupaba un lugar destacado en estas prácticas.

https://www.infobae.com/peru/2024/07/31/muna-la-planta-medicinal-de-los-andes-peruanos-que-combate-la-gastritis-alivia-las-enfermedades-respiratorias-y-fortalece-los-huesos/











viernes, 23 de agosto de 2024

El otro cementerio

 

El otro cementerio 

       La noche con su manto oscuro cubría el celaje huamantanguino y los más resistentes pobladores daban los últimos brindis culminando una de las más celebradas festividades patronales. En el despacho del teniente, dos extraños acusados de robo de ganado notaron que por ratos se quedaban sin resguardo así que aprovechando una distracción de su guardián muy sigilosamente caminaron hacia la puerta y ganaron la calle escondiéndose en una casa abandonada.

        Asustados y en voz baja debatían hacia donde fugar y luego de analizar las opciones optaron por tomar la ruta que iba a Quipán ya que la otra era la más probable para seguirlos. Caminando a hurtadillas iniciaron el recorrido tratando de hacer el menor ruido posible, aparentemente no fueron vistos y todo parecía jugar a su favor. Casi media hora después el vigilante al darse cuenta de la desaparición avisó a los demás comuneros quienes a pesar del estado en que se encontraban se organizaron para la búsqueda y captura de ambos fugitivos y lo primero que presumieron es que de seguro tomaron la ruta que baja a la carretera central con destino a la capital. Estaban a punto de partir cuando una de las comuneras comunica que escuchó el ladrido de los perros al otro lado del pueblo por lo que deciden hacer dos frentes partiendo un grupo para cada ruta.

    Era casi la medianoche cuando los dos imputados llegaron a Quipán y pensando que de haberse enterado de la fuga, los pobladores, podrían haber bloqueado los caminos decidieron rodear el pueblo caminando por el otro extremo. Entonces pasaron cerca al cementerio y tomaron la bajada que va tras la iglesia y la explanada posterior de la casa comunal donde al escuchar el ladrar de unos perros en una calle aledaña, muy asustados, lo primero que se les ocurrió fue trepar la pared y esconderse en esa aparente tranquila planicie.

      Cansados y exhaustos se cobijaron en una de las esquinas quedándose profundamente dormidos. Al poco rato, justo a la medianoche, despertaron cuando sintieron ruidos extraños y un inusual aroma que inundaba el ambiente. Lo que sus ojos veían no podían creerlo.

    La explanada se había convertido en un cementerio donde abundaban cruces sobre tumbas humeantes bajo un tenebroso cielo, susurros lejanos y sombras casi humanas que parecían moverse de un lado a otro acercándose a ellos en forma amenazante.

    En medio de esa tiniebla, sin pensarlo dos veces, horrorizados y con los pantalones mojados con desesperación treparon la cerca y corrieron a la plaza subiendo las gradas para aferrarse a la puerta de la iglesia implorando auxilio y rezando en voz alta.

    El laberinto ocasionado despertó a los pobladores quienes, al llegar a la plaza, coincidiendo con el grupo de perseguidores que venía de Huamantanga, encontraron a los dos fugitivos exhaustos y a punto de desmayarse. Sorprendidos todos intentaban hallar respuesta de lo ocurrido, pero ambos solo respondían con palabras balbuceantes y entrecortado: “…el otro, el otro cementerio…”.

Junto al fogón, relatos de vida y del alma.

jueves, 22 de agosto de 2024

Los gentiles

    Los gentiles son parte de la mitología que cuentan nuestros ancestros. Cuentan los abuelos que estos Gentiles no eran personas, sino que eran semejantes a los duendes de piel blanca, cabellos rojos o rubios, de abundante pelo en el cuerpo y de una piel callosa y dura, vivían en cuevas o pequeñas casas llamadas chullpas. Estos Gentiles se caracterizaban por ser de naturaleza maligna, eran egoístas y ambiciosos, se mataban entre ellos, robaban y violaban, cometían incesto y toda clase de aberraciones. Se dice que por todo ello los dioses decidieron castigarlos con el exterminio, pero de entre ellos sus chamanes y hechiceros pudieron predecir la decisión de los dioses, así que avisaron a su gente para que se escondieran y prepararon.

   Los dioses provocaron sismos, lluvias, incendios y sequías, pero los Gentiles resistieron todas estas las calamidades hasta que llovió fuego del cielo y del horizonte salieron dos soles. Los gentiles que fueron alcanzados por los rayos de estos soles se convirtieron en piedra, los que fueron alcanzados por la lluvia de fuego se convirtieron en cenizas que hicieron infértil a la tierra. Los que lograron ocultarse murieron con el tiempo al no tener que comer y los lugares donde murieron quedaron malditos, así como sus restos (huesos).  
Aun hoy en muchas zonas de los andes a estos lugares malditos se les conoce como Waripuquio (manantial), Waricocha (laguna), Wariurco (cueva de montaña) y Warichullpa (casa o edificación). Cuando se encuentran restos óseos o ropas antiguas en estos lugares las personas prefieren no tocarlos y alejarse, ya que existe la creencia de que los Gentiles aun muertos pueden poseerte o meterse dentro de tu cuerpo hasta causarte la muerte.

martes, 20 de agosto de 2024

 Batán, uno de los instrumentos prehispánicos más emblemáticos de la gastronomía peruana

Para conocer –y entender– la gastronomía peruana hay que primero adentrarse en el origen histórico de cada uno de los platillos que componen su atractiva y majestuosa carta. Si bien son la mezcla de insumos y especias correctas  las protagonistas de su éxito, son las técnicas ancestrales las que han conseguido que la unión de ingredientes se convierta en toda una obra de arte culinaria.

Uno de ellos es el milenario batán. “Parte clave de nuestra historia, cultura y cocina”, dice Mónica Huerta, propietaria de la Nueva Palomino. Este instrumento, conocido también como la mano, está compuesto por una suerte de mesa ligeramente ahuecada hecha de piedra de río lisa –donde se colocan los insumos-  y sobre ella otra piedra en forma de media luna, con la que estos son molidos en su estado más natural.

En su mayoría es usado para crear platillos cuyo aderezo está hecho de granos y hierbas trituradas o para crear salsas hechas a base de ají.

Legado milenario

El batán, dice el historiador Enrique Ramírez Angulo, era empleado por los antepasados para lograr “sacar la esencia de los insumos”.  “La prieta aprieta a la piedra y en medio tenemos la materia, este es el santuario culinario de donde se sacan los aromas y los sabores. El alma misma del insumo”, señala.

En principio, el batán era muy usado por los incas para moler el maíz y con la llegada de los españoles pasó a ser usado para exprimir al máximo la mezcla de especias y así lograr los más majestuosos aderezos. Especialmente para las picanterías, donde lo han considerado de generación en generación como la pieza clave para el éxito de sus platillos. La ciudad de Arequipa es uno de los lugares donde consideran al batán parte de su cultura.

El Inca Garcilaso de la Vega también dio algunos alcances sobre el uso del batán allá por su época. “No molían en morteros, aunque los alcanzaron, porque en ellos se muele a fuerza de brazos por los golpes que dan, y la piedra como media luna, con el peso que tiene, muele lo que toma debajo, y la india la trae con facilidad por la forma que tiene, subiéndola y bajándola de una parte a otra, y de cuando en cuando recoge en medio de la losa, con la una mano, lo que está moliendo para remolerlo, y con la otra tiene la piedra, la cual con alguna semejanza podríamos llamar batán, por los golpes que le hacen dar a una mano y a otra. Todavía se están con esta manera de moler para lo que ha menester”.

https://www.facebook.com/watch/?v=1262096910595025

De generación en generación

“La técnica del batán tiene un futuro emocional”, dice Ramírez. Por lo que su uso debe continuar  tal y como lo hicieron –y desearon– las picanteras de antaño. Según cuenta Huerta, la tradición se regía de la siguiente forma: cada vez que una picantera planeaba dar un paso al costado, le concedía la mano –piedra con la que se muelen los insumos– a su hija, a fin que ella continúe el legado de la familia. “Símbolo de transmisión de legado, de su sazón y de su amor”, cuenta.

Otra de sus leyendas más simpáticas dice que tras recibir la visita de otra picantera, la dueña de casa escondía lo escondía, pues según las creencias cada uno tenía su magia y podía ser robado con motivo de conseguir imitar la sazón creada por el batán.

Cabe destacar que también es empleado en otras regiones del Perú, entre ellas Ayacucho, Cajamarca, Áncash, Piura y La Libertad, principalmente en sus comunidades y en sus áreas rurales. En Pucallpa, el batán sufre una variación: la parte de abajo está elaborada con madera de shungu, conocida por su alta resistencia.

Fuentes: UNMSM/ Sommelier/ Deutsche Welle

lunes, 29 de abril de 2024

La extraña casa

La extraña casa

El manto oscuro de la noche cubría la villa junto al incesante y agudo aullar de los perros retumbando en los oídos de los pobladores que bien abrigados intentaban conciliar el sueño. Grandes fueron los intentos hasta la llegada del amanecer.

Esa mañana todos comentaban lo ocurrido con doña Tensha “La loquita” quien andaba vociferando por las calles palabras sin sentido y haciendo cosas extrañas debido probablemente a alguna dolencia mental. La edad avanzada y el abandono en que se encontraba ocasionaron su deceso y al no tener familia conocida la comunidad organizó las exequias a fin de dar reposo a su cuerpo y a su alma.

Algunos pobladores referían que, a la medianoche, se escuchaban ruidos extraños en la deteriorada casa que fue habitada por la finada y a la que ninguno se había atrevido ingresar ya que su deceso ocurrió a altas horas de la noche en plena calle, donde la encontraron recostada sobre una vereda cerca a La Pila, ubicada al otro extremo del pueblo. También señalaban la presencia de un gato negro que la acompañaba y que ahora merodeaba los tejados aledaños. Así pasaron los días y aquellos comentarios se repetían con mayor insistencia.

Ante la preocupación se convocó a una reunión general donde acordaron formar una comisión para ingresar a la referida casa a verificar que es lo que ocurría. Comisión, que por cierto ninguno quiso integrar y por ello se hizo un sorteo donde seis pobladores fueron elegidos. Don Matías encabezó el grupo y dispuso que a media mañana del siguiente día ingresarían llevando, entre otros, el agua bendecida.

Muy temprano, en la plaza, la comisión reunida fue a la iglesia con un frasco, pero ante su sorpresa la pila de agua bendita se encontraba vacía por lo que encargaron al joven José que fuera a Huamantanga y buscara al sacerdote para que hiciera la bendición o en todo caso pedir al sacristán que le permita el ingreso al templo para llenar el frasco. Al llegar, ocurrió que ese día no había ningún sacerdote y el encargado se encontraba en el campo y retornaría por la tarde, viéndose obligado a esperar.

Mientras tanto, con el pasar del día en la villa, algunas pobladoras murmuraban burlonamente el temor de los integrantes de la comisión. Ya eran casi las cinco de la tarde cuando, ante la presión, decidieron ingresar rompiendo la cerradura. La pequeña ventana que daba a la calle limitaba el ingreso de la luz por lo que no era posible ver con claridad lo que había, con dificultad se visualizaba una cama con frazadas viejas y rotas, un antiguo baúl color verde oscuro, algunos utensilios y lo que parecía una mesa de madera muy antigua y deteriorada. Ante tal situación trajeron una linterna que al encender iluminó con claridad las paredes donde se podía apreciar, para su sorpresa, la imagen delineada de un extraño ser con apariencia diabólica que expresaba una mirada feroz y destellante acompañado de un gato negro al asecho.


        Ante ese cuadro fantasmal, todos quedaron paralizados por el miedo y por más intentos de escapar no podían moverse ni quitar la mirada de aquel extraño ser que desde la pared parecía acercárseles en forma amenazante. El ultimo rayo de sol se ocultaba y los pobladores que no habían podido ingresar, preocupados y apurados por lo que ocurría corrieron a dar alcance a José quien venía en camino de retorno desde Huamantanga. Al llegar, haciendo el rezo de la oración del Padre nuestro en voz alta y con los ojos cerrados rociaron el agua bendita por todo el interior de aquella casa produciéndose, nadie sabe cómo, un descomunal incendio acompañado de lo que parecían gritos intensos de desesperación y el sonido del arrastre de cadenas retumbando por todo el pueblo. Todos los presentes corrieron a ponerse a buen recaudo encerrándose en sus casas e invocando a los santos por protección divina hasta la llegada de los primeros rayos del sol de la mañana siguiente. 
Durante mucho tiempo los pobladores evitaron pasar por aquel lugar donde solo quedaba, junto al silencio, los escombros del techo y las paredes desparramados sobre el cimiento. El paso inexorable del tiempo y del viento sumado a las lluvias invernales se encargaron de desaparecer los últimos restos de aquella extraña casa.

Junto al fogón, relatos de vida y del alma.


sábado, 16 de marzo de 2024

Danza Los Abuelitos De Quipán - MINCETUR

 

DANZA ABUELITOS DE QUIPAN

La Villa de San Pedro y San Pablo de Quipán se encuentra ubicada en el distrito de Huamantanga, provincia de Canta, en la Región Lima, a 3497 m.s.n.m., poblado en el que la fe, devoción y costumbres tradicionales son festejadas por sus residentes con mucha dedicación.

Una de estas fiestas es la de la Virgen del Carmen, en la que, Durante su celebración, del 14 al 17 de julio, la danza Abuelitos de Quipán se hace presente: heredada de padres a nietos es ejecutada cada año en esta festividad.

https://mapafolklore.escuelafolklore.edu.pe/p/1006-DANZA-ABUELITOS-DE-QUIPAN

Danza: Pastorcitos de Quipán

  https://es.scribd.com/document/33848811/Pastorcitos-de-Quipan